
Nota importante: este texto corresponde a la edición de agosto de 2022 de La guardiana del Santo Reino y se concibió para que apareciera tras el final de la historia. En él, doy las gracias a diversas personas que me han ayudado y explico un poco cómo y por qué escribí esta novela. Si no quieres estropearte la experiencia, te recomiendo que antes leas el libro. En todo caso, si la curiosidad te puede, tampoco encontrarás aquí nada demasiado grave.
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En el albor de los tiempos, cuando mito y cuento eran indistinguibles, mucho antes de que existieran palabras como novelista o escritor, los hombres ya contaban historias. Me gusta imaginármelos de noche alrededor de una hoguera y escuchando con atención a uno de ellos con mejor memoria, o tal vez con mayor destreza que sus semejantes. Quiero pensar también que soy el lejano heredero de aquellos primeros narradores, cuyos pasos aspiro a seguir. Esta idea siempre me recuerda a mi abuela, que de niño me contaba cuentos de violencia y sangre, libres de la censura y el buenismo de nuestros días; puros, amorales y trasmitidos de boca a oído durante siglos. …
Posfacio de «La guardiana del Santo Reino»: «El otro lado de la cuarta pared»Leer más »