¡Hola, lectores valientes! Hoy toca hablar de En las montañas de lo locura, esa espectacular novela de horror cósmico y exploración antártica de H. P. Lovecraft.
Howard Phillips Lovecraft (1890-1937), mundialmente conocido como H. P. Lovecraft, fue un escritor estadounidense que cultivó, sobre todo, la narrativa breve con cuentos que mezclan terror y ciencia ficción. Es el responsable de la existencia de los Mitos de Cthulhu y el horror cósmico, un subgénero de la literatura de género con todas las de ley. Este horror cósmico se caracteriza por alejarse de la narrativa de terror tradicional (con fantasmas, demonios, etc.) e incluir elementos de la ciencia ficción como razas alienígenas o viajes espacio-temporales.
No obstante, Lovecraft también escribió una novela: En las montañas de la locura (At the Mountains of Madness), un libro increíble que os recomiendo encarecidamente. Trata el viaje de una expedición científica a la Antártida y el contacto con una antigua, perversa y terrorífica raza extraterrestre. El texto se inspira en la novela inconclusa de Edgar Allan Poe La narración de Arthur Gordon Pym, ya que H. P. Lovecraft era un verdadero fanático de Poe.
Como adelantaba, este libro no es un cuento de terror, al estilo de la tradición gótica de fantasmas y vampiros, sino una historia de horror cósmico que explora lo insignificantes que somos en mitad del vasto universo. Lo aterrador de En las montañas de la locura es su apariencia de desapasionado informe científico («el glaciar estaba a 86º 7′ de latitud y 174º 23′ de longitud este» o «la pirámide medía 15’5 m de alto por 7’8 m de largo»). Como si hubiera ocurrido de verdad. Paradójicamente, el sistemático uso de vocabulario técnico por parte de Lovecraft logra un efecto poético muy poderoso.
Ahondando más en las cuestiones léxicas, el autor usa todo lo que se entienden como errores de principiante (profusión de adjetivos y adverbios, utilización de sinónimos arcaicos o rebuscados, etc.), que hace suyos y enarbola como un estandarte. Esto logra que el texto tenga el carácter de una minuciosa disección, más que descripción. Para Lovecraft, los templos no son grandes, ni enormes, sino ciclópeos y megalíticos. Lo que se traduce en una suerte de anacronía e irrealidad que afecta el ánimo del lector a medida que avanza en la historia.
En resumen, ya que Lovecraft no tuvo en vida el reconocimiento que se merecía, os animo a que leáis esta novela para honrar su memoria.
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«Las alas, con todo, sugerían insistentemente su condición aérea. […] Era tan inconcebible que le recordé a Lake extrañamente los mitos sobre los Grandes Antiguos que descendieron de las estrellas y fabricaron vida terrestre por broma o error, y las historias descabelladas sobre cósmicos seres venidos del Exterior que vivían en los montes, de los que hablaba un colega folclorista del Departamento de Literatura Inglesa de la Miskatonic».
H. P. Lovecraft, En las montañas de la locura.